Se lo dijo con una voz tímida e indecisa y ella no dudó en besarlo toda la noche. Luego fueron a dormir. Él yacía intacto, silente, como una estatua, igual como lo vio en la mañana, ni siquiera barba le había crecido. Entonces consagró las horas a mirar el cielo y ver su propio reflejo en la ventana. No logró cerrar una pestaña, así que observó la luna como circulaba por el cielo abierto y trasladó todas sus esperanzas a encontrar una respuesta satisfactoria.
-Pero, ¿cómo me ama?- pensaba. Se decía a si misma que eso era suficiente, que ahora por fin sería feliz, porque él la amaba, tal como lo dijo. Pasaron miles de ovejas por su frente. Pero no lograba saciar su vista y cerrar sus ojos, pues seguía preguntándose.
Tal vez me ama con esa pasión desgarradora y fulminante que destruye todo a su paso, con ese antojo infernal que desea por sobretodo el cuerpo y la lujuria. Donde se pierde en mi sexo y en mi piel mansa cada vez que me toca, cada vez que siente mi silueta.
O quizás me ama con ese amor indolente, que hiere, que duele, pues castiga cada error con frialdad y desden dictatorial, pues soy su esclava y su propiedad. Soy parte de su territorio animal y sólo la muerte podrá liberarme.
Tal vez me ama con ese amor protector. Jamás dejaría que alguien me hiciera daño, pues él siempre ha estado ahí, junto a mí, desde que tengo memoria y razón. Siempre ha sido la estrella que guía mis aventuras y baja esas alucinaciones astrales a la tierra, al mundo de la razón y de los hombres.
O como el amor de mariposas, que vuelan juntas en su andar mágico. Que se entrelazan como dos ráfagas luminosas para permanecer en un espacio irreal donde los colores llenan el mundo y el aliento de la primavera plasma el espacio de rosas y cielo azul.
A lo mejor le gusta mi intelecto, sí, porque el andar comunicacional abunda. Pues llevamos siglos conversando cada uno de esos temas, desglosando argumentos en miles de palabras y en cientos de segundos. Es el desafío, sí, es el desafío.
Quizás sólo le gusta mi compañía, pues advierte las garantías de mi cocina y las ganancias de mis caricias. Porque sin mi es la mitad de uno, o apenas un cuarto de si mismo. Ni siquiera podría encontrar las llaves del departamento.
¿Y si no entiende de amor? Tal vez fue la guerra, que lo ha dejado a maltraer. Y ya se le olvidó lo que significa esa palabra ¿Y si soy yo la que no entiende de amor?